José y Sara acaban de casarse. Están felices de haber decidido recorrer juntos el camino de la vida, se aman profundamente y buscan demostrarlo en también en los detalles cotidianos.
A José le encanta disfrutar de una buena mesa y a Sara le da mucho placer cocinar.
El plato preferido de José es la colita de cuadril al horno, entera asada lentamente.
Al saberlo Sara, decide consultar por la mejor receta posible para agasajar a su amado con su manjar preferido. Se acuerda de que su madre cocina muy bien este plato y le pide la receta.
Recibe las instrucciones del caso y pone manos a la obra.
Cuando lleva la colita a la mesa, José se da cuenta de un detalle y le hace una pregunta:
– «¿Por qué le cortaste la punta?. ¡Es la parte que más me gusta!»
Sara piensa un momento y le responde:
– «Bueno, mi madre me dio la receta y decía que había que cortarle la punta a la colita para cocinarla»
– «¡Qué extraño!», responde José. «Justamente es la parte que más me gusta y no entiendo por qué habría que quitarla.»
Con esta duda en mente, días después Sara le pregunta a su madre el porqué de tener que cortarle la punta a la colita.
La madre piensa un momento y sólo tiene una respuesta:
– «Tu abuela siempre cocinó la colita de esta manera, siempre le cortó la punta. Creo que mejor le preguntas a la abuela para saber el motivo.»
Sin perder tiempo y queriendo descubrir el misterio de la colita de cuadril al horno, Sara llama a su abuela y le pregunta:
– «Abuela, por qué siempre le cortas la punta a la colita de cuadril
antes de cocinarla?»
antes de cocinarla?»
La abuela, sorprendida por lo obvio de la pregunta le responde:
– «¡Porque mi horno es muy pequeño, y la colita no cabe entera!»
Me pareció un cuento digno de compartir en este grupo.
Cuántas variedades de recetas de un mismo plato encontramos en este espacio, supongo que tantas como historias vividas !!!!
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